sábado, 12 de julio de 2008

En una ciudad en la que la polución y el humo no dejan pasar la luz del sol –como en Buenos Aires, hace apenas unas semanas– vive Pascal, un niño popular entre sus compañeros al que incluso nombran delegado de clase. En las afueras de la ciudad, a salvo de la polución y con luz solar, viven los insectos, una raza considerada inferior por los habitantes de la ciudad y a quienes está vetado habitar en la urbe. Este es el planteamiento inicial de Insekt, el álbum de Sacha Hommer creado en 2006 y recientemente publicado por Sin sentido.
Un libro interesante desde el punto de vista gráfico, con una curiosa ejecución a base de tramas que resuelven fantásticamente el problema de cómo plasmar en papel esa perpetua oscuridad que asola el escenario principal de la historia.
Otra cosa muy diferente son sus virtudes narrativas. Lamentablemente, el guión de Insekt adolece de lagunas, inconexiones y elementos de difícil explicación. ¿Por qué los niños de la historia llevan linternas a la escuela para hacer sus trabajos y no las llevan en su casa? ¿Por qué las llevan a la escuela en ocasiones y en otras ocasiones no? ¿Por qué aquellos que pasan casi toda su vida en penumbra son capaces de soportar la mayor luminosidad de golpe sin que se resientan sus ojos? ¿Por qué si tienen linternas los amigos de Pascal no han reparado en que es un insecto? ¿Por qué sólo se dan cuenta de ello cuando le da la luz del sol? ¿Y por qué Pascal, hijo de padres humanos, es un insecto? ¿Un gen recesivo? ¿Una infidelidad?
Todos sabemos que el reino de la imaginación no atiende a las leyes del mundo cartesiano, es cierto. De hecho, si Hommer hubiera querido hacer un tebeo surrealista o una historieta dadá, no cabría crítica alguna. El problema es querer realizar una fábula sobre la exclusión y la diferencia con unos mimbres tan endebles.
Lo más decepcionante de todo es que Hommer es un gran ilustrador. Un dibujante con recursos, buenas ideas, muy interesante, pero que tal vez debería contemplar la posibilidad de unir su talento al de algún buen guionista. Eso es lo que durante décadas han hecho los grandes ilustradores que eran conscientes de sus limitaciones a la hora de urdir buenos argumentos y en ningún caso nadie ha pensado que ello suponía una merma en su calidad artística.

Insekt. Sacha Hommer. Sin sentido. 128 páginas. Idioma: Español