martes, 22 de abril de 2014

Ricardo Liniers Siri, nació en 1973 y su segundo nombre –el cual ahora usa para firmar sus trabajos– se lo pusieron en honor a un abuelo, pariente del famoso prócer. Ávido lector, conoció tempranamente a Hergé, Goscinny y Uderzo, Quino, Héctor Germán Oesterheld, Francisco Solano López, Charles Schulz y Herriman. Lo primero que leyó fueron las tiras de Mafalda y de Tintin y comenzó a dibujar por influencia del cine, porque “en aquella época, cuando íbamos a ver La guerra de las galaxias, el dibujo era la mejor manera de poder llevarte a casa a Han Solo y R2D2, ya que no había dvd ni videos”. Intentó seguir la tradición familiar y empezó a estudiar Derecho. Un poco más tarde probó suerte con Ciencias de la Comunicación y luego estudió publicidad, pero no se dedicó a ello; comenzó a dibujar para fanzines y luego para medios profesionales... El humor de Liniers no es de carcajada, sino de gesto y comisura, lo que no le puso las cosas fáciles. Hoy en cambio es la referencia viva del humor argentino. Este noveno volumen de la serie invita de nuevo a ese universo de lo onírico, al humor poético de la ternura y a veces del delirio. Los personajes –ya conocidos y cómplices para sus lectores asiduos– recorren la anécdota en tres viñetas, ese formato que repite con estructura teatral clásica. Aunque a veces sea una y otras veces cinco.
Lo fácil sería mentar las referencias de Quino o Fontanarrosa... Pues sí. Existe un humor argentino. Y Liniers es quien lleva a estas alturas el testigo.
La edición de Reservoir Books sin estridencias se permite dos guiños: un troquel a modo de mordisco en la esquina superior derecha y un barniz UVI en cubiertas. Suficiente para eludir la tapa dura (gracias, me empalaga la tapa dura) y mantener el carácter especial del objeto-libro.


Macanudo 9. Liniers. Ed. Penguin Random House
21x33cm. 96 páginas. Castellano