miércoles, 10 de julio de 2013


La colección Sopa de Libros de Anaya mantiene un diseño caduco y férreo al que sigue siendo imposible acostumbrarnos. Un diseño más propio de manuales de autoayuda o libros fáciles de márqueting –sí, esos que leen los ejecutivos que no leen–, pero alejado de la literatura infantil y juvenil que sus libros albergan. Un diseño que acaso funcione en los estantes de las librerías y las mesas de novedades, pero que envejecerá mal, como sucede tantas veces, en las casas de los lectores.
Este poemario consta de treinta poemas de Cecilia Pisos en forma de coplas –cuartetas de versos octosílabos– que juegan con la fantasía y el imaginario infantil para describir o reflexionar sobre cosas tan cotidianas como un reloj o un espejo; sobre elementos de la niñez, como un yoyó, un avión de papel o personajes de cuento; o sobre animales tan diferentes como una mariposa, un cuervo o una rana. Hasta aquí, las páginas pares.
Las impares las ocupan las ilustraciones de Juan Vidaurre. Herederas de sus collages objetuales, esta vez prima la sencillez del trazo y la mancha, y sólo en alguna ocasión interviene alguna fotografías recortada. Sin estridencia, los dibujos dialogan con los poemas suavemente, sin importunarse. Tanto, que la lectura por separado de pares e impares, textos e ilustraciones, es perfectamente válida. Helicópteros que son cucharas, códigos de barras que se trocan peines, interrogaciones como colas de lagartijas... Como otras veces vimos en sus libros anteriores, el autor traslada al lenguaje sin palabras los recursos literarios de siempre: calambures, aliteraciones, metonimias, hipérboles, etc.


Soplacoplas. Cecilia Pisos y Juan Vidaurre
Ed. Anaya. 80 páginas. 13,2x20cm. Español