miércoles, 18 de julio de 2007
De Claret Serrahima dice J. Guillamon en el Cultura/s de La Vanguardia que "lleva en la sangre el gen noucentista, que le empuja a buscar la simetría, la miniatura". Y que es "un tipo reposado, un diseñador de la gran época, muy bien situado por relaciones y ascendencia familiar". Que sea cierto no quiere decir que no sea insuficiente. Claret es, además un inquietante cultural, prolífico
diseñador, columnista, opinante mordaz y yuntero de todos los carros que merezcan la pena. De este libro mano a mano con Vicenç Altaió me quedo con la conjunción sorprendente, entre el texto y la solución formal; y recalco lo de sorprendente, que no debería serlo. Que uno que escribe y otro que diseña se pongan para componer a pachas un libro debería no sorprendernos tanto. Y es algo que ni siquiera sería factible en la mayoría de las editoriales al uso, donde los procesos, las jerarquías los managemientos habrían dado al traste seguro con tanta audacia. Ha tenido que ser Eumo y no otra la que se lance.
Dejando de un lado la crítica literaria, que aquí no nos corresponde, centrémonos en la gráfica, si es que existe la posibilidad deslindar ambas. Claret hace un papel humilde pero esencial, que convierte el texto en libro, y lo que hubiera sido un buen ejemplar es ahora un ejemplar singular, único, sin comparación posible. No hay estridencias visuales, sino matices y guiños cómplices al escritor y al lector, en un diálogo subyacente a tres bandas realmente interesante. De momento en catalán, ojalá que le siga una buena traducción.
La consola de Cadaqués o somnis d'un fill putatiu. Vicenç Altaió y Claret Serrahima. Eumo Editorial. 194 páginas. Idioma: catalán.