“Goliat”, de Tom Gauld, es
todo un ejercicio de buen cómic. Una obra que, bajo su aparente sencillez,
esconde una amplia gama de matices tanto en lo narrativo como en lo estético.
Como primera sorpresa,
destaca el hecho de que, como sucede con libros como “A sangre fría” o “Crónica
de una muerte anunciada”, el lector sabe desde el primer momento el trágico
desenlace de la historia, sin embargo, el talento de Gauld consigue que la
narración resulte tan absorbente que parezca que se está leyendo por primera
vez.
El asombro continúa cuando
comprobamos que Gauld es capaz de construir una obra sólida y coherente con un
hecho que para muchos otros autores no pasaría de la anécdota. Para ello,
recurre a un muy buen tempo narrativo, una buena labor de creación de
personajes, a unos escenarios reconocibles –que permiten contar de forma
precisa en qué lugar se encuentran los personajes en cada momento y cómo
transcurre el paso del tiempo en sus vidas– y, lo más importante, a un cambio
radical en el planteamiento que, por primera vez, pone a Goliat como
protagonista de la historia, con sus dudas y con sus preocupaciones, en lugar
de centrar la atención en el siempre virtuoso David.
Por último, un dibujo
sencillo, potenciado por un buen uso del bitono, hace que este Goliat resulte
un libro delicioso y entrañable, que hace que la nueva temporada de
lanzamientos editoriales en el mundo de cómic comience con muy buen pie.
Goliat. Tom Gauld
Sins Entido / Apa-apa. 96 páginas. Castellano