miércoles, 8 de febrero de 2012


Toda adaptación de una obra maestra de la cultura universal conlleva un enorme riesgo y no poca osadía. De hecho, no son pocas las ocasiones en las que el receptor se pregunta si dicha adaptación era realmente necesaria. La experiencia suele demostrarnos que, mientras que la pérdida del original supondría una grave merma en el acervo cultural de la humanidad, el mundo podría seguir girando sin la mayoría de los sucedáneos.
Esta es la impresión que se obtiene de la lectura de la versión de “El proceso” de Kafka realizada por la ilustradora Chantal Montelier y David Zane Mairowitz, una obra prescindible, que nada aporta de bueno a la obra del checo ni desde el punto de vista conceptual ni artístico.
Tampoco ayuda a este trabajo el que esté aún reciente en la memoria de los lectores españoles la versión que del clásico de Collodi realizó Winshluss. Una magnífica versión de Pinocho tanto en lo conceptual como en lo artístico, que revisaba el personaje y lo adaptaba a los nuevos tiempos, haciendo hincapié en la parte más adulta y decadente de la obra.
Dicho esto, resulta aún más curioso que “El proceso” haya recibido una subvención de la Dirección General del Libro Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura. Si es por el valor literario de la obra original, nos da la sensación de que su lectura no invitará a los lectores a acercarse a la obra de Kafka; si es por el hecho de ser una novela gráfica, hay otros muchos títulos más interesantes que realmente dignifican el lenguaje del cómic.
Lamentablemente, “El proceso” de Montellier y Mairowitz no es un buen trabajo literario ni artístico; menos aún cuando el modelo ante el que tiene que medirse es una obra como la de Kafka. Eso es lo que pasa cuando uno, cual Faetón o Ícaro, se olvida de quién es y decide medirse con los genios pensando que va a estar a la altura.


El proceso. Kafka, Montellier, Mairowitz
Sins Entido. 128 páginas. Castellano