Toda adaptación de una
obra maestra de la cultura universal conlleva un enorme riesgo y no poca
osadía. De hecho, no son pocas las ocasiones en las que el receptor se pregunta
si dicha adaptación era realmente necesaria. La experiencia suele demostrarnos
que, mientras que la pérdida del original supondría una grave merma en el
acervo cultural de la humanidad, el mundo podría seguir girando sin la mayoría
de los sucedáneos.
Esta es la impresión que
se obtiene de la lectura de la versión de “El proceso” de Kafka realizada por
la ilustradora Chantal Montelier y David Zane Mairowitz, una obra prescindible,
que nada aporta de bueno a la obra del checo ni desde el punto de vista
conceptual ni artístico.
Tampoco ayuda a este
trabajo el que esté aún reciente en la memoria de los lectores españoles la
versión que del clásico de Collodi realizó Winshluss. Una magnífica versión de
Pinocho tanto en lo conceptual como en lo artístico, que revisaba el personaje
y lo adaptaba a los nuevos tiempos, haciendo hincapié en la parte más adulta y
decadente de la obra.
Dicho esto, resulta aún
más curioso que “El proceso” haya recibido una subvención de la Dirección
General del Libro Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura. Si es por
el valor literario de la obra original, nos da la sensación de que su lectura
no invitará a los lectores a acercarse a la obra de Kafka; si es por el hecho
de ser una novela gráfica, hay otros muchos títulos más interesantes que
realmente dignifican el lenguaje del cómic.
Lamentablemente, “El
proceso” de Montellier y Mairowitz no es un buen trabajo literario ni artístico;
menos aún cuando el modelo ante el que tiene que medirse es una obra como la de
Kafka. Eso es lo que pasa cuando uno, cual Faetón o Ícaro, se olvida de quién
es y decide medirse con los genios pensando que va a estar a la altura.
El proceso. Kafka, Montellier, Mairowitz
Sins Entido. 128 páginas. Castellano