Como cada año, desde hace 86, el Art Directors Club (ADC) viene desarrollando una interesante labor en busca de la excelencia creativa. Un trabajo que culmina con la publicación de un anuario en el que se recogen aquellas propuestas que, en opinión del jurado, han destacado por su calidad durante los doce meses anteriores.
En esta ocasión, dicho anuario adquiere la apariencia de un lingote de oro, en referencia a la calidad de su contenido, pequeñas pepitas de creatividad que, juntas, constituyen este tesoro que como el metal al que imita se revalorizará con el paso del tiempo.
Lo más destacable de esta edición del anuario del ADC es el buen trabajo que fotógrafos y diseñadores han realizado en el campo editorial y gráfico. Decepciona, sin embargo, la parte dedicada a la publicidad donde los clichés, los formatos manidos, los chistes viejos y los trucos (incluso en nuevos soportes o en campañas de guerrilla) hacen que las campañas presentadas este año no destaquen ni por la creatividad de los conceptos ni por las ejecuciones, propias de trabajos de hace dos y tres años y completamente ajenas a las nuevas corrientes tipográficas, fotográficas, cinematográficas que están marcando la pauta en otros campos creativos.
Por otra parte, y parece que últimamente se está convirtiendo en norma, sorprende cómo un anuario de creatividad, en el que los directores de arte son los amos y señores, publica imágenes pixeladas. Es como si un experto en protocolo eructase al final de la comida de presentación del tratado que ha escrito sobre el tema. Sin duda, una desagradable experiencia para el lector, que le quita brillo a este precioso lingote.
ADC LXXXVI. Varios Autores. Roto Vision. 434 páginas. Inglés