Hay una fiebre que cuesta compartir por los recopilatorios, pero que debe dar resultados en el mercado siempre difícil de los libros para diseñadores. Viene heredada posiblemente de la publicidad, donde en las agencias se han manejado siempre y ahora más, para tener referencia de lo que se hace y referencias para lo que tengas que hacer. En origen, provenían de los premios y festivales, que funcionaban como criba. A ello se unen de un tiempo a esta parte, otras selecciones: las territoriales, las de paganini... y una que se empieza a repetir, la de personaje: a modo de comisario, alguien con criterio, bueno o malo, realiza la selección de autores y piezas sin encomendarse a nadie.
La fórmula condiciona el éxito al acierto en la elección del decisor, pero tiene a favor que no hay condescendencias, y se evita la mediocridad del comité, una lacra que afecta no sólo a las ediciones, también a los comisariados conjuntos o de exposiciones, a los jurados de los premios, a los concursos públicos de diseño, etc.
La que nos ocupa corresponde a Cla-se. Poco hay que objetar a la selección, escorada si se quiere hacia la propuesta formal frente a los conceptos, pero esa es la realidad de hoy y lo que sorprendería sería que no contagiara en este caso. La propuesta y muestra de las piezas es ágil, a toda página, aunque se echa en falta algo más de literatura que se limita al nombre del estudio, URL y escuetos pies de fotos. Algo que leer y que reforzara el contenido visual no hubiera estorbado.
Hay por contra una queja a la definición. Si el libro se presenta como "entra en el diseño español", cabría esperar que así fuera. Pero no, se vuelve aquí a una incómoda puesta en escena intencionada, en un debate que creíamos superado. Si uno hace una recopilación del diseño español y cuarentaidós son catalanes, siete de Madrid, cuatro de Valencia y otros cuatro del resto del territorio, difícilmente puede argumentarse que ese sea el reflejo de la realidad. Decepciona ver que todavía estamos en ese provincianismo intelectual y torticero que ya habíamos dejado atrás, o eso creíamos.
Por último, una queja como lectores. Los alardes en la producción son elemento común, casi indispensable en los libros que han de brearse en el mercado internacional. Sólo a veces tienen sentido, la mayoría de las ocasiones no aportan nada aunque justifican el precio. En este caso, simplemente no hemos alcanzado a entenderlo: Todas las páginas del libro llevan un pre-troquel de un círculo de cinco centímetros. Evidentemente, afecta la reproducción de las imágenes sin aportar nada. Si damos por bueno que las cosas están para usarlas, tampoco hemos entendido para qué sirve: si desprendemos los troquelados, nos cargamos el libro, sin obtener a cambio nada más que un montón de círculos de papel sin sentido. Si sólo es un recurso estético, no tiene sentido que afecte sustancialmente la percepción de los trabajos. Dígasenos que no entendemos las nuevas tendencias, pero nos parece una boutade.
Esc. ¡Entra en el diseño español!. Varios autores. Ed. Actar. 416 páginas Idioma: ediciones en español e inglés.